Ya ha llegado la plaga de oruga procesionaria

Todos los años hacemos referencia a la aparición de la oruga procesionaria y los peligros que supone no solo para para nuestros bosques, sino para nosotros mismos y nuestras mascotas. Pero lo reseñable de este año, es que ya hay indicios de la plaga de la procesionaria, y todavía estamos en invierno. Un hecho que las empresas de control de plagas y demás instituciones quieren hacer hincapié en este aspecto por lo inusual del mismo.

Toda hace indicar que el invierno tan plácido que estamos teniendo, con temperaturas bastante más altas de lo habitual, está detrás de este hecho.

En un año normal, este aspecto se detectaba entre los meses de marzo y junio, aunque en los últimos años viene adelantándose drásticamente. La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (Anecpla) reclama a las administraciones la importancia de adelantar las campañas de información, así como de desinsectación de tal forma que actúe contra esta situación con mayor celeridad. De hecho, la época propicia para hacer frente a esta plaga es en otoño, cuando la situación todavía no está muy avanzada.

Desde Anecpla señalan que la plaga de procesionaria se está adelantando cada vez más debido a los efectos del cambio climático. Por eso resulta imprescindible que seamos nosotros quienes nos adelantemos a los peligros que esto puede llegar a ocasionar. Además ante el aumento de las restricciones para el uso de biocidas, apuestan por la endoterapia como el tratamiento más idóneo para luchar contra esta especie.

¿Qué pasa si te toca una oruga procesionaria?

Por suerte los efectos de la oruga procesionaria en los seres humanos no son muy habituales. En algunas ocasiones pueden dar lugar a dermatitis o lesiones oculares, y en los casos más graves urticarias y reacciones alérgicas.

El culpable de estas reacciones son los pelos que tiene este insecto denominados tricomas. Según Anecpla, “cada individuo posee alrededor de 500.000, listos para ejercer de dardos envenenados en el momento en sientan que se encuentran en peligro”. Un pequeño contacto con ellos puede dar lugar a las lesiones mencionadas anteriormente.

Donde sí debemos tener cuidado es con nuestras mascotas. La oruga procesionaria y los perros no son grandes amigos. El contacto de los tricomas con el hocico puede generar “inflamación, picores intensos y abundante salivación” y en los casos más graves, como cuando se las comen, pueden derivar hasta la muerte del animal.

A pesar de que es una especie que no resulta dañina, ni peligrosa para el ser humano, los daños que causa a los ecosistemas, y en menor medida a los animales de compañía, son lo suficientemente importantes para tomar cartas en el asunto.

Al igual que las empresas de control de plagas, las instituciones tienen que apostar por unas medidas de prevención y como la mejor herramienta para impedir que esta situación se agrave año tras año. Además si con el cambio climático vamos a tener inviernos con temperaturas más elevadas, habrá que reforzar este tipo de medidas con el objetivo de paliar al máximo el efecto de este insecto.