Hace un par de semanas que llegó la primavera y como todos los años las empresas de control de plagas en Bilbao y Bizkaia están atentas a la aparición de cualquier especie en viviendas y locales comerciales. Uno de los inconvenientes más habituales es la plaga de la oruga procesionaria que este año, según Anecpla, vuelve y con fuerza.
Desde la Asociación Nacional de Empresa de Sanidad Ambiental creen que dos son las causas por las que se espera que este problema se incremente.
La primera es por la situación derivada de la pandemia que ha provocado la suspensión de muchas de las labores de prevención que tenían que llevarse a cabo. Y la segunda son las restricciones al uso de productos biocidas para su gestión. Con la normativa vigente, a la hora de realizar un trabajo de control de plagas, para tratar a la oruga procesionaria, solo que hay un tratamiento posible: la endoterapia.
Desde Anecpla aseguran que este método de control es muy efectivo y respetuoso con el medio ambiente, pero tiene como gran hándicap su coste. Algo que influye mucho cuando se debe emplear este sistema en grandes masas de árboles. Por eso, desde esta asociación hacen un llamamiento a actuar, ya que “nos encontramos al límite de esta temporada, cuando este insecto baje de los árboles será demasiado tarde”.
Labores de prevención y control ante la plaga de la procesionaria
La presencia de la oruga procesionaria es muy habitual en cualquier punto de la geografía peninsular. Esta pequeña especie tiene gran capacidad para destruir los árboles donde anida y puede generar reacciones alérgicas tanto en personas como en animales.
Esta reacción se produce por los “pelillos” que tienen a su alrededor y que se llaman tricomas. Según Anecpla, cada insecto puede tener alrededor de 500.000 y cuando se sienten amenazadas “funcionan a modo de dardos envenenados”. Un pequeño contacto con ellos puede causar desde dermatitis a lesiones oculares, pasando por urticarias etc.
De hecho, hace especial hincapié en los perros como aquellos animales a los que pueden causar más daño e incluso la muerte. Los síntomas habituales en estas mascotas son sufrir picores intensos, abundante salivación o la inflamación del hocico. Si han llegado a ingerirlos son tóxicos, pudiendo provocar la necrosis de lengua y garganta.
Para evitar la propagación de la oruga procesionaria, Anecpla llama a la realización de unas labores de prevención y control con la mejor forma de evitar su incremento. Eso sí, estas labores siempre deben ser realizadas por empresas de control de plagas, ya que ellos no realizan el tratamiento y se marchan. Analizan otros aspectos como el ciclo biológico, las condiciones medioambientales o el grado de infestación siempre con el único objetivo de efectuar este trabajo de la forma más profesional.